La activación es uno de los conceptos fundamentales en psicología deportiva y puede ser la diferencia entre un buen y un mal rendimiento. Este artículo profundiza en qué es la activación, su importancia en el rendimiento deportivo y cómo puedes crear una rutina precompetitiva que se ajuste a tu nivel óptimo de activación. Vamos a explorar cada aspecto para que puedas aplicar estos principios y mejorar tu rendimiento en la práctica deportiva.
¿Qué es la activación?
La activación se refiere a tu nivel de alerta y energía general en un momento determinado. Es un espectro que va desde la relajación total hasta la excitación extrema, similar a la sensación de adrenalina antes de un salto en paracaídas. El equilibrio entre estos extremos es esencial para un rendimiento deportivo óptimo.
En la teoría de la activación óptima, se establece que existe un nivel ideal de activación en el que el rendimiento alcanza su máxima eficacia. Si tu activación es demasiado baja, podrías sentirte apático o desconcentrado; si es demasiado alta, podrías experimentar ansiedad o estrés, lo cual puede afectar negativamente tu desempeño.
¿Por qué es importante controlar la activación?
Ahora que entendemos qué es la activación, veamos por qué es crucial para los deportistas. La investigación en psicología deportiva ha demostrado que el rendimiento está directamente influenciado por el nivel de activación, ya que afecta tanto las habilidades físicas como mentales. La ley de Yerkes-Dodson nos indica que hay una relación en forma de curva entre activación y rendimiento: a niveles bajos de activación, el rendimiento es pobre debido a la falta de energía y concentración.
Sin embargo, cuando la activación alcanza un nivel moderado, el rendimiento mejora, ya que el cuerpo y la mente se encuentran en un estado óptimo de alerta. Cuando la activación aumenta demasiado, el rendimiento vuelve a disminuir, ya que el estrés y la ansiedad interfieren con la capacidad para tomar decisiones y ejecutar habilidades de forma efectiva.
Esto es especialmente relevante en deportes de precisión, como el tiro con arco o el golf, donde se requiere calma y control, y en deportes de alta intensidad, como el fútbol o el baloncesto, que requieren energía y agresividad. Por eso es importante entender que cada deportista y cada disciplina tienen su propio nivel de activación óptimo.
Cómo reconocer tu nivel de activación
El siguiente paso es aprender a identificar tu propio nivel de activación. La autoconciencia es clave para ajustar tu rutina precompetitiva y alcanzar el equilibrio ideal. ¿Cómo saber si tu activación es demasiado baja o demasiado alta?
Los signos de una activación baja pueden incluir:
- Apatía o falta de motivación antes de una competición.
- Lentitud en la reacción o ejecución de movimientos.
- Dificultad para concentrarte o sensación de desconexión mental.
Por otro lado, los signos de una activación excesiva pueden incluir:
- Nerviosismo o ansiedad constante.
- Sudoración excesiva, temblores o respiración rápida.
- Pensamientos acelerados y dificultad para concentrarte en una sola cosa.
- Inquietud física, como mover las piernas sin parar o no poder quedarte quieto.
Aquí es donde el biofeedback entra en juego. Esta técnica, muy utilizada en psicología deportiva, te ayuda a ser consciente de tus señales fisiológicas, como el ritmo cardíaco o la tensión muscular, para identificar cuándo tu activación está fuera de control.
Cómo crear una rutina adecuada para tu activación
Una vez que eres consciente de tu nivel de activación, el siguiente paso es diseñar una rutina precompetitiva que te permita ajustarlo según lo que necesites. Los deportistas de élite saben cómo regular su activación para rendir al máximo en el momento adecuado. Aquí te presentamos algunas estrategias.
Si tu activación es baja: Para aumentar tu activación, incluye elementos que te energicen, como:
- Música enérgica: Estudios han demostrado que la música con ritmos rápidos puede aumentar la activación y mejorar el rendimiento en deportes que requieren explosividad física.
- Ejercicios dinámicos: Saltos, carreras cortas o movimientos rápidos ayudan a activar el sistema nervioso simpático, incrementando la energía.
- Imágenes mentales activadoras: Imagina situaciones en las que te has sentido enérgico y motivado, o momentos de alto rendimiento.
Si tu activación es alta: Para reducir la activación y controlar el estrés, puedes utilizar técnicas como:
- Respiración diafragmática: Respirar profundamente desde el diafragma activa el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la relajación. Esta técnica ayuda a reducir el cortisol, la hormona del estrés.
- Mindfulness: Practicar la atención plena te ayuda a centrarte en el presente y a reducir la preocupación por el futuro. Numerosos estudios han demostrado que el mindfulness reduce la ansiedad en deportistas.
- Estiramientos suaves: Los estiramientos controlados relajan los músculos y envían señales al cerebro de que no estás en peligro, reduciendo así la activación.
La activación es un aspecto fundamental en el rendimiento deportivo, ya que influye en nuestra capacidad para concentrarnos, ejecutar habilidades y tomar decisiones. Conocer y controlar tu nivel de activación te permitirá optimizar tu rendimiento y sacar el máximo provecho de tus capacidades. Implementar una rutina precompetitiva adecuada, ajustada a tu nivel de activación, es lo que puede marcar la diferencia entre rendir al máximo o no.
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